En La Casa de Ana en Fisterra tenemos el privilegio de ofrecerle una experiencia única, gracias a nuestra ubicación excepcional. Situada en la fachada principal de la antigua fábrica de salazón de San Roque, en el extremo sur de la Playa de la Langosteira, nuestra casa invita tanto a adultos como a niños a disfrutar de una conexión inmediata y auténtica con la Naturaleza.
En un mundo donde el contacto con el entorno natural se está perdiendo cada vez más, Fisterra emerge como un refugio para los sentidos y la vista. Aquí, la belleza del paisaje es impresionante: podrá recorrer senderos llenos de encanto, pasear por playas de todo tipo, desde las tranquilas aguas de la Langosteira hasta las olas salvajes de Mar de Fora, o explorar montes y aldeas que parecen sacadas de un cuento.
Cada estación del año ofrece su propia magia, y La Casa de Ana se convierte en el punto de partida perfecto para esta aventura sensorial. Nuestra ubicación inmejorable le permitirá vivir la esencia de Fisterra y reconectar con la Naturaleza de una manera que le hará sentirse completamente revitalizado.
La casa se encuentra en una ubicación inmejorable, justo a pie de la Playa de la Langosteira, a tan solo 1,5 km del vibrante centro de Fisterra. Este privilegiado enclave no solo le ofrece la comodidad de estar junto al mar, sino que también lo sumerge en un entorno cargado de historia y leyendas.
El paisaje singular de Fisterra ha sido fuente de fascinación durante siglos, inspirando historias que se han transmitido de generación en generación. Ya en el año 137 a.C., el historiador Lucio Floro relataba cómo Décimo Junio Bruto, tras llegar a Fisterra, quedó tan asombrado por la majestuosidad del lugar que no podía marcharse sin contemplar el espectáculo del sol sumergiéndose en el mar. Según la tradición, los romanos descubrieron aquí un altar dedicado al sol, conocido como el legendario Ara Solis.
Además, el Cabo Fisterra ha sido desde siempre un desafío para los navegantes, comparado a menudo con un “Cabo de Hornos gallego” por su bravura y por las impresionantes olas del Atlántico que lo rodean. Este mar indomable y la belleza imponente del cabo crean un paisaje natural único que deja una huella imborrable en todos los que lo visitan.